Millones de personas en todo el mundo han recibido las vacunas contra el COVID-19, ya son más de 11,5 millones dosis administradas y 4,640 millones personas vacunadas con las tres dosis, es decir el 54%, porcentaje que resulta bajo en comparación a países que superaron el 75%. Existen varias razones que ha evitado lograr una vacunación exitosa a nivel global; en primer lugar, muchas personas están en contra de la vacunación por lo que no tienen planeado hacerlo, segundo lugar, una cantidad importante de países todavía están en el proceso de aplicar la segunda y tercera dosis, en contraste con otros que ya empezaron las campañas de la cuarta dosis con las personas mayores y más vulnerables.
Mientras que en el Perú podemos decir que los resultados de vacunación han sido buenos ya que más del 81% de la población cuenta con la vacunación completa, estamos ante un rebrote de COVID en China que en la actualidad a superado la cifra de más de 20.000 nuevas infecciones. Esta coyuntura nos lleva a estar muy alertas como ciudadanos para protegernos y tomar medidas de precaución y sobre todo las instituciones de salud públicas y privadas tienen que estar preparadas con la infraestructura adecuada, los materiales médicos y los medicamentos que son vitales para lo tratamientos, no pretendamos esperar, debemos evitar lo que sucedió con el Perú en los dos años de pandemia; el país con más muertes por COVID en el mundo.
Mientras que más de 26 millones de habitantes de la población del Perú se encuentra vacunada, el sistema de salud pública se desploma, este sigue siendo muy ineficiente, lo que impide atender a los ciudadanos de bajos recursos que se ven imposibilitados de acceder a un servicio privado. Recientemente vimos una serie de noticias de personas que se ven en la necesidad de acampar fuera de los hospitales porque la programación de sus citas y operaciones no tienen cuando darse, la falta de organización de todas las áreas, la falta de información a tiempo y confiable y la falta de visibilidad de los recursos necesarios generan estos resultados que lamentablemente impactan en la salud de los ciudadanos.
Las empresas públicas del sistema de salud deberán aprender a trabajar con eficiencia, pero sin el soporte de sistemas de gestión inteligentes que posibiliten la asignación eficiente de recursos, monitoreo de los gastos, que integren los procesos de licitaciones y compras, que identifiquen las falencias administrativas y a cambio cuenten con procesos integrados y automatizados etc., no será posible cambiar el status quo que los ha caracterizado por tantos años.
Las clínicas privadas dan el ejemplo al haber avanzado significativamente en la adopción de sistemas de gestión de última generación y muchas de ellas con modelos de digitalización en la gestión y administración de una serie de servicios a los pacientes, que van del seguimiento de citas, acceso de resultados de exámenes, historial clínico, dosificación de medicamentos en forma descentralizada e integrada, son algunos ejemplos.
Las empresas públicas que forman parte del sistema de salud se encuentran ante un gran desafío, los líderes deberán actuar rápidamente y apoyarse en la innovación para enfocarse en mejoras orientadas a los servicios dirigidos a los ciudadanos.
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